

DETRÁS DE CÁMARAS
¿Cómo llegaste al mundo del shibari?
En 2021, recién llegada a Madrid, tuve la suerte de dar con gente muy especial del mundillo. El chico que me tatuó, que hoy es uno de mis mejores amigos, me comentó que su novia organizaba una fiesta que me encantaría. Ese mismo fin de semana me lancé a la aventura. Al llegar, vi que iban a hacer una performance, y fue la primera vez que vi shibari en vivo. Me enamoré completamente.
¿Qué es lo que más te atrapa de esta práctica?
El hecho de soltar el control y abrazar el dolor como si no fuese algo negativo me parece muy atractivo. Además, se generan sensaciones muy intensas junto a alguien en quien confías.
¿Has tenido que enfrentarte a prejuicios por practicar o mostrar shibari?
Un poco sí. Hay gente que no está lista para asimilar nuevos conceptos ni dejar ir viejos prejuicios sociales. Pero no suelo darles atención; me importa muy poco la opinión de quienes no valoro.
¿Qué sientes cuando estás suspendida o completamente atada?
No pienso, percibo la realidad con tanta intensidad que todo lo demás desaparece. Es un momento de unión entre cuerpo y mente, en un plano armónico y pacífico.
¿Recuerdas la primera vez que te colgaste de unas cuerdas?
Fue en 2021, poco después de mi primera fiesta BDSM. Recuerdo pensar “¡esto duele!”, pero también sentí que nunca había estado tan presente. Agradezco haber sido atada por personas que respetaban mi espacio y mis tiempos.
¿Cuál ha sido el momento más intenso que has vivido en una sesión o performance?
Una vez casi me ahorcan sin querer. Estábamos probando una atadura nueva en los brazos, pero se deslizó por mi peso y fue directo al cuello. Me asusté mucho, aunque no me dolió tanto.
¿Cómo reconectas contigo después de exponerte física y emocionalmente?
Soy exigente conmigo misma. Me obligo a recomponerme rápido, aunque siempre me tomo un momento para sentir cómo vuelve la sangre al cuerpo y apreciar que se me ha devuelto la libertad.Si tu cuerpo pudiera hablar después de cada sesión, ¿qué diría?“Eres una puta demente, córtate un poco”.
¿Qué significa para ti el shibari?
Para mí es la vida misma en forma de práctica. Nos pasamos la vida evitando el dolor y creyendo que lo controlamos todo, pero el shibari viene a enseñarte que no, y que está bien así. Dejarse ir es maravilloso.



EN MODO MADNESS
En nuestro shooting no te atamos… te ataste tú, te colgaste tú y nos dejaste loquísimos. ¿Cómo viviste esa experiencia?
Me encantó poder mostrar lo que el shibari me genera. Estéticamente es impresionante, y emocionalmente es muy intenso. Me fascina ver las caras de la gente cuando lo ven por primera vez.
¿Qué parte disfrutaste más durante la sesión?
Probar nuevas poses y ataduras, especialmente cuando al fotógrafo también le interesa la propuesta.
También modelaste nuestros bodys y te los llevaste de fiesta esa misma noche. ¿Cómo te sentías con ellos puestos?
Increíble. La modelería de los bodys y cómo se ajustan al cuerpo es una pasada. Todas las mujeres deberían tener uno. Hacen un cuerpazo.
¿Qué sensaciones te dejó trabajar con Madness?
Me encanta el proyecto y la visión que tenéis. Buscáis nuevas maneras de reinventar el lado sensual de las chicas.
¿A quién le recomendarías una sesión Madness?
A muchas amigas de la escena BDSM y liberal. Pero también a chicas que quieran resignificar su lado más sexy.

EN ACCIÓN ESCÉNICA
Eres performer habitual en Skin, uno de los clubs liberales más conocidos de Madrid. ¿Qué te aporta actuar en un lugar así?
Skin ha sido mi casa desde el principio. He trabajado allí en varios roles, aunque hoy solo hago performances. Siempre conecté con su esencia.
¿Qué diferencia hay entre actuar para un público liberal y una sesión privada?
En un show decido yo lo que muestro y cómo. En privado me gusta escuchar lo que el otro desea y construir desde ahí. Una cosa es pública y performativa, la otra íntima y emocional.
¿Ha habido alguna actuación que te haya tocado especialmente?
Una performance de shibari japonés tradicional con mi atador. Me emocionó compartir la raíz cultural de esta práctica.
¿Qué tipo de conexión se genera con el público cuando haces una buena performance?
Es muy gratificante ver sus caras. Aunque intento enfocarme, siento cómo lo viven. Muchos se acercan a darme feedback positivo después. Se emocionan, se sorprenden, se entregan.
¿Qué le dirías a alguien que quiere vivir una noche liberal pero no sabe cómo empezar?
Que se libere de prejuicios y se permita explorar. Que respete sus tiempos, no se presione y disfrute.



MÁS ALLÁ DEL PERSONAJE
¿En qué se refugia Sasha cuando no está colgada ni atando a nadie?
En los libros. Siempre llevo alguno en el bolso. Me gusta trabajar mi lado intelectual. Soy muy fan de Dostoievski y Angélica Liddell.
¿Te cuesta desconectar del personaje tras una performance?
Tardo unos minutos en bajar la intensidad. Mientras escucho el feedback de la gente, voy aterrizando hasta poder ver todo desde fuera.
¿Qué te inspira últimamente?
El arte: música, pintura, escultura. Me reflejo en la idea de vivir lo que siento y plasmarlo en lo que hago. El arte mueve mundos.
¿Hay una película o serie que te acompañe siempre?
“Enter the Void”, de Gaspar Noé. Marcó mi adolescencia. Psicodélica, intensa, cruda.
¿Y una canción que te devuelva a ti misma cuando suena?
“Never Enough” de The KVB.
¿Cuál es tu comida o vicio confesable?
La comida italiana me vuelve loca. Pero también el sushi. La gastronomía japonesa me enamora.
¿Cómo sería una cita perfecta organizada por ti?
Una expo de arte, luego tapitas y una buena charla. Prefiero ambientes tranquilos donde podamos escucharnos.
¿Qué significa para ti el amor?
Es cuidado, empatía, dedicación. No creo que el amor sea efímero; incluso cuando las personas se van, el sentimiento permanece.
¿Tienes algún proyecto que te emocione especialmente?
Estoy a punto de viajar a Japón para estudiar shibari con varios senseis que admiro. Quiero perfeccionar mi técnica y empaparme de su cultura.
¿Dónde te gustaría estar dentro de cinco años?
No importa tanto el lugar, sino sentirme en equilibrio y poder vivir del arte y del shibari, compartiendo mundo.
¿Qué te excita más fuera del escenario: una conversación que se calienta o una mirada que lo dice todo?
Necesito algo de conexión. Me atrae la inteligencia, la elocuencia. Las conversaciones que me erizan la piel.
¿Una fantasía que aún no hayas vivido?
Probar la electricidad (soft), con descargas controladas en distintas zonas del cuerpo mientras estoy atada. Me intriga muchísimo.
¿Necesitas conexión emocional para disfrutar del sexo o el cuerpo puede más?
Necesito conexión. Aunque sea mínima, algo que compartir. No solo físico.
¿Alguna experiencia sexual que te haya transformado?
Descubrir el shibari me reveló una versión mía más fuerte y empoderada.
¿Dónde pueden encontrarte, seguirte o verte en acción?
En Instagram: @sashaleis. Y si pasáis por Skin… quizás me veáis atando o siendo atada.



RÁPIDAS Y PICANTES
¿Shibari con techno oscuro o electrónica suave?
Shibari con post-punk. El techno me lo guardo para bailar.
¿Atar o dejarte atar?
Ambos, según con quién.
¿Solo chicas, solo chicos… o que fluya?
Que fluya. Me importa más la personalidad que el género.
¿Tatuajes con historia o por impulso?
Un poco de todo: historias, impulsos, estética, emociones.
¿Qué llevas siempre en el bolso “por si acaso”?
Mis cartas del Kamasutra.
¿Tortilla con cebolla o sin cebolla?
Con cebolla


